viernes, 10 de diciembre de 2010

Carta de amor de un Trapezoide

Querido trapezoide:

Le sorprenderá que por primera vez alguien le haga una declaración de amor y ésta no provenga de una figura plana. Su pertinaz vivencia en el plano le ha mantenido siempre al margen de lo que ocurre por arriba o por abajo, enfrente o detrás. Digámoslo claramente: yo lo conocí hace años pero usted aún no se había enterado, hasta hoy, de mi presencia. Debo pues empezar por el principio y darle noticia de cómo fue nuestro primer encuentro.

Ocurrió una tarde de otoño lluviosa. Una de estas tardes de octubre en que llueve a cántaros, los cristales de los colegíos quedan humedecidos y los escolares sin recreo. Usted estaba quieto en una página avanzada de un libro grueso que era nuestra pesadilla continua.  Me acuerdo aún perfectamente. Página 77, al final hacia la derecha.

Fue al abrir esta página, siguiendo la orden directa de la señorita Francisca, nuestra maestra,  cuando lo vi por primera vez. Allí estaba usted entre los de su familia, un cuadrado, un rectángulo, un paralelogramo, un trapecio, un rombo, un romboide,… y ¡el trapezoide!. Un perfil grueso delimitaba sus desiguales lados y sus extraños ángulos.

La señorita Francisca se fue exaltando a medida que nos iba narrando las grandes virtudes de sus colegas cuadriláteros… que si igualdades laterales, que si paralelismos, que si ángulos, que si diagonales… y el rato fue pasando y la señorita seguía sin decir nada. Como las señoritas acostumbran a no explicar lo más interesante, a mí se me ocurrió preguntarle:

Señorita… ¿y el trapezoide?
Éste -replicó la maestra- éste es el que no tiene nada
¿Nada de nada? – le repliqué
Sí, nada de nada – me contestó

… y sonó el timbre. Quedé fascinado: usted era un pobre, muy pobre cuadrilátero. Estaba allí, tenía nombre, pero nada más. Por eso a la mañana siguiente volví a insistir en el tema a la señorita.
Así debe ser muy fácil trabajar con los trapezoides -le dije – ya que como no tienen nada de nada no se podrá calcular tampoco nada de nada.
¡Al contrario! Estos son, los más difíciles de calcular. Ya lo verá cuando sea mayor.

Durante aquella época yo creí intuir que matemáticas y cosas sexuales debían tener algo en común pues siempre se nos pedía esperar a ser mayores para verlo.
A usted ya no lo vi más, hasta que en Bachillerato don Ramiro nos obsequió con una fórmula muy larga para calcular su área. Esto me enfadó enormemente. Usted había pasado del “nada de nada” al “todo de todo”. A partir de entonces empecé a pronunciar su “oide” final con especial desprecio ¡trapez -OIDE!.

Nuestro siguiente encuentro tuvo lugar en una calle. De pronto miro el pavimento y descubro con horror que le estoy pisando. Di un salto y me quedé mirando. ¡Que maravilla! Después de tantos años sobre mosaicos llenos de ángulos rectos allí estaba usted. El “nada de nada” era ahora una loseta. Dibujé aquel suelo y entonces marqué los puntos medios de sus lados y empecé a trazar rectas y una maravilla de paralelogramos nacieron enmarcando su repetición. La señorita Francisca tenía razón en lo difícil que es tratarlo pero no la tenía en le del “nada de nada”.

Y ahora al final de la declaración sólo me queda pedirle una cosa. Por favor no diga nunca a nadie que yo hice esta declaración. Guarde esto en el centro del paralelogramo inscrito que le acompaña. Yo guardaré su recuerdo, dibujándolo en todas las reuniones. Los amores imposibles al menos tienen la virtud de ser duraderos. Suyo.

Claudi Alsina
Matemático catalán
 
 
 


 




 


Poesía Matemática

Milagro



Dicen que caminar es fácil
dicen que no hacerlo es fatal
pero también dicen que
hay que correr antes de caminar.


Dicen que hay un cielo y un infierno
que hay salvación y llanto
yo solo puedo decir que
en mi hay un solo canto.


Dicen que hay un Pitágoras
que tenía un teorema
pero yo puedo decir que también
hay un José que tenía un problema.


¿Se imaginan el vivir con lo
que dicen los demás,
y existir por la palabra
de cada uno de estos?


Si encontrar un famoso camino
y llegar hasta Oz y después contar
con este y su banda completa
es un milagro, entonces si hay un milagro.


Milagro de vivir, milagro de existir
y milagro de creer que seguir viviendo
 es un milagro.




José Venegas
28/08/2008


Poesía Matemática



Oda a las Matemáticas.



Si la cuna fuera el infinito
el bebé sería el Universo
si la cosecha fuera el cálculo
yo sería el agricultor.

Si la noche en niebla
con la luna tras las nubes
fuera una Prueba de Nivel
yo sería el día soleado
que espera el amanecer.


Si la vida fuera
una pizarra con números
yo sería el plumón
con sed de resolución.

Y si el cuaderno
atormentado fuera
tu lecho de muerte
yo sería la hoz
clavada en tu mente.


José Venegas - 2007
Alumno de Segundo Medio